¿CÓMO SABER LA EDAD DE MI PIEL?

La piel es nuestro principal y más grande órgano, tiene vida propia y experimenta diferentes cambios a lo largo los años, los cuales saltan a la vista con mucha facilidad. Es cierto que cada minuto que pasa nuestra piel envejece un poco más, pero la edad real de nuestra piel no depende únicamente de nuestra fecha de nacimiento, la edad biológica está muy influenciada y determinada por muchos otros factores, como lo son un estilo de vida saludable, práctica de deporte, alimentación, horas de sueño, estrés, hidratación, el uso del protector solar, etc.
Existen diferentes etapas por las que atraviesa nuestra piel, desde la delicada y tersa piel de un bebé recién nacido, pasando por la adolescencia donde somos más propensos al acné y el exceso de grasa facial, hasta las arrugas marcadas por la vejez y el fotoenvejecimiento. Es por eso que dicen que nuestra cara es el espejo del alma, pero también es el resultado de nuestro estilo de vida y de ese amor propio que cada uno de nosotros siente y nos lleva a determinar y decidir cómo cuidarnos, de hecho, según diferentes estudios, hoy en día se le puede atribuir a la genética el 25% del proceso de envejecimiento, pero el 75% restante depende directamente de nuestros hábitos de vida, entonces, la pregunta que realmente debes hacerte es: ¿Qué dice tu piel de ti?
La piel de un bebé recién nacido es especialmente delicada y mucho más sensible a la de los adultos, ya que tiene solo una quinta parte de su espesor. A pesar de que tienen el mismo número de capas de piel a las de un adulto, estas son mucho más delgadas, sus células están mucho menos compactadas y sus glándulas sudoríparas y sebáceas son mucho menos activas, por lo que su película hidrolipídica y el manto ácido protector son aún muy jóvenes y relativamente débiles. Los bebés también son mucho más sensibles a la radiación UV dada su baja pigmentación en la piel. La melanina es considerada una barrera protectora de la piel contra los rayos ultravioleta, razón por la cual los bebés deben estar constantemente protegidos del sol.
A los 12 años de edad, la funcionalidad y la estructura celular de la piel se han desarrollado completamente, por lo que sus cuidados y rutinas deben empezar a cambiar para prepararse para todos los cambios que experimentará en la adolescencia.
La pubertad trae consigo cambios hormonales drásticos, los cuales pueden llegar a tener efectos bastante notorios en nuestra piel, especialmente en la cara, los hombros, el pecho y la espalda. Nuestras glándulas sebáceas son mucho más activas, dando lugar a una piel grasa y brillante, propensa al acné, puntos negros y poros abiertos, acompañados de manchas ocasionadas por la falta o incorrecta protección a la radiación ultravioleta o los rayos solares, con un protector solar adecuado, que no aporte grasa y que no llegue a empeorar todos estos efectos.
Por lo general todos estos trastornos empiezan a desaparecer a medida que el adolescente entra en una etapa más madura y se incorpora en los 20, edad en la cual el medio ambiente y el estilo de vida saludable juegan un papel clave en la edad biológica que revelará nuestra piel. Alrededor de los 25 años de edad empiezan a aparecer los primeros signos del envejecimiento, habitualmente en forma de manchas o finas líneas de expresión, haciéndose mucho más notorios entre los 30 y 35 años de edad. Esto sucede porque la cantidad de Colágeno y Elastina en nuestra piel empiezan a disminuir un 1% por año aproximadamente, aumentando la pérdida de humedad en nuestra piel, reduciendo su elasticidad y firmeza, debilitándose la barrera natural de la piel y haciendo mucho más lentos los procesos metabólicos de las células, ocasionando el envejecimiento celular prematuro y el fotoenvejecimiento.
De ahí en adelante es nuestra responsabilidad proporcionar de ayudas extras a nuestra piel para retrasar y combatir estos signos del envejecimiento. En la década de los 40 y los 50 años de edad, la estructura de nuestra piel cambia de forma gradual pero mucho más significativa. Notarás tu piel opaca y apagada,esto se debe a que en tus 20´s cambiabas de piel cada 28 días, ahora lo haces cada 45 días, por lo que las células muertas permanecen mucho más tiempo en tu cara.
Durante los 60 y los 70 años de edad nuestra piel pierde gradualmente la capacidad de producir lípidos, ocasionando sequedad, deshidratación y más arrugas. También, la sensibilidad a los rayos UV se ve muy afectada, haciéndola propensa a la hiperpigmentación o manchas ocasionadas por la edad, en general la función inmunitaria de nuestra piel se reduce, haciéndola mucho más vulnerable al fotoenvejecimiento y las afecciones cutáneas.
Es importante tener en cuenta que cada etapa trae consigo sus propias exigencias y la correcta elección de los productos para limpiar, proteger, nutrir y reparar la piel es clave para mantenerla sana y asegurarse de que se vea y se sienta lo más natural posible, independientemente de la edad.
¡Porque una piel sana es una piel Bella!